A pocos kilómetros antes de la desembocadura del majestuoso río Mississippi encontramos a Nueva Orleáns. Ciudad antigua y misteriosa, de descendencia alegre francesa y vudú africano, de comida bien sazonada y cuna de la música de Estados Unidos, es Nueva Orleáns. Según se aproxima Semana Santa los ánimos se elevan, diríamos se hiperaceleran, y surge Mardi Gras, el carnaval más grande, más loco y más divertido de toda Norte América.
Hay quien dice que el jazz se originó en esta ciudad, en lo que es hoy Louis Armstrong Park (parque Louis Armstrong) antes conocido como Congo Square (Plaza Congo). En realidad que diferencia hace. Lo importante es que el jazz y Nueva Orleáns son uno. Desde los bancos del río a los rincones más ocultos, podemos disfrutar de este género musical. Le recomendamos visitar “Preservation Hall”. Es una casa que se está cayendo a pedazos. Donde la luz es bien tenue y se le permite a los visitantes, por un costo de entrada, pasar a un saloncito bien caluroso en verano. Los que llegan primero logran sentarse, el resto permanecemos de pie. Cuando comienza a tocar un grupo de unos cinco o seis músicos, todas las incomodidades desaparecen. Es porque estamos oyendo el jazz como sólo allí se escucha.
La descendencia española y francesa la podemos ver en toda la ciudad vieja, la que llaman el French Quarters (barracas francesas). Ésta es la sección más turística y donde la música se prolonga hasta altas horas de la madrugada, porque no hay cuerpo que aguante hasta el amanecer allí. Sí, la cosa es bien fuerte en Nueva Orleáns. También encontramos en esta zona tiendas de antigüedades y recuerdos turísticos. Si busca una careta que ponerse en el próximo carnaval de su ciudad, pregunte y encontrara todo tipo de disfraz. Desde simple careticas de plumas hasta trajes de faraones egipcios, incluyendo la cabeza entera, cubierto todo de lentejuelas. En esta zona hay restaurantes que sirven comidas típica, deliciosa y no muy cara, y otros más selectos donde las exquisiteces del paladar comienzan por $80 el plato. Hay muchas cantinas donde por lo general hay grupos tocando, con el consumo le permiten sentarse y disfrutar de la música.
Si del lugar donde se tomo la foto de la catedral caminamos hacia la derecha, el primer edificio que encontramos es el Café du Monde. Tiene que probar los beignets (panecillo francés rociado con azúcar en polvo) con café con leche que allí hacen, la merienda perfecta. Del mismo punto de orientación a la izquierda encontrara todo tipo de restaurantes modernos y después el aquarium y cines. Al zoológico puede ir en uno de los barcos de paletas que navegan el río o tomar el ómnibus de la calle “Magazine Street”.
En verano la temperatura puede ser calurosa, lleve ropa ligera. No es una ciudad que se le considere fría en invierno, aunque en ocasiones baja a 0ºC. En cualquier temporada, lleve zapatos cómodos para usar durante el día. Por la noche, bueno por la noche cualquier cosa viene bien en Nueva Orleáns.
Los hoteles próximos o en el French Quarters por lo general no son baratos. Si reserva con tiempo o averigua un poco, puede conseguir un buen cuarto por $80 la noche en esta vecindad. Esta ciudad es una de las pocas en los Estados Unidos donde el automóvil no le es necesario, más bien un estorbo. Si se hospeda cerca del French Quarters puede visitar a pie o en transporte público suficientes lugares para entretenerse por una semana, y hay quien dice hasta una vida.
Una nota de prevención: Si va acompañado de niños averigüe a que hora empieza la cosa a calentarse en el French Quarters. Todas las noches hay fiestas, en especial en la calle “Bourbon Street”. En las puertas de las tabernas hay anuncios que son ligeramente fuertes. Eso son los que vemos por el día, a cierta hora de la noche son remplazados por anuncios para adultos, y estos sí son sumamente fuertes; y eso es cuando Mardi Gras no está en todo su apogeo.
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